El Don de las Almas: 3º Capítulo

Capítulo 3

 El lugar en el que me encontraba estaba oscuro así que saqué mi celular del bolsillo, lo había cargado con migo por si la dudas me pasaba algo. Lo encendí y alumbré con él. Solo podía divisar un largo pasillo que no conducía a nada. Me animé y empecé a caminar. A medida que me alejaba, iba notando una puerta al fondo del camino. Seguí andando. Una mano fría y pesada se me apoyó en el hombro. Di un respingo. Me di la vuelta lo más rápido que pude. Nada. No había nada. Me asusté, mi respiración se empezó a acelerar y mis palpitaciones también. Empecé a correr, pero ¿hacia dónde? Volví por donde había caminado antes. De repente me tropecé y aparecí en el hall de entrada.

  Una silueta traspasó la puerta de entrada. Era mi mamá. El alma me volvió al cuerpo.

- Sofi, ¿qué haces en el suelo?- me preguntó un tanto preocupada.

- Me caí, nada grave. ¿Qué tal te fue en el trabajo?- quise cambiar de tema. Me había quedado traumada con lo que me había sucedido, que en realidad, no sabía bien que era.

- Bien, el ambiente es bueno. Creo que conseguiré adaptarme- contestó mi mamá.

  Fui rápidamente a mi cuarto y me quedé pensando en cómo había aparecido en aquel lugar y cómo había hecho para poder salir. Tendría que averiguarlo tarde o temprano, pero hasta entonces, no se lo contaría a nadie.
  Al otro día, me volví a quedar sola. Una vez que mi familia ya no estaba en mi casa, agarré mi celular y un palo, por las dudas. Bajé las escaleras y, al ser de noche, prendí todas las luces. Cuando estaba frente a esa pared que tanto misterio abarcaba, todo se tornó oscuro, tenebroso. No podía ver absolutamente nada. Me empecé a desesperar, agarré el celular, se me cayó y se le salió todo: batería, carcasa, todo. Me tiré al suelo y me hice una bolita, fue ahí cuando todo volvió a la normalidad; las luces se encendieron nuevamente. Un ruido proveniente de la cocina hizo que fuera para allá. La ventana se abrió y allí estaba, no lo podía creer. Era Cameron.

- Pero, ¿qué piensas que estás haciendo?- dije, aunque estaba feliz de que esté en mi casa, para protegerme.

- No sé, quise pasar a verte un rato.

- ¿Viajaste seis horas solo para verme un rato? ¿En qué viniste?- no podía ser más tierno.

- Vine en ómnibus. Era muy necesario verte. No aguantaba más las ganas. ¿Estás sola?

- Sí, mis papás llegan en media hora. No tenemos mucho rato, y mejor que te vayas antes de que lleguen, no les va a gustar que te hayas venido ¡¡desde Durango!!

- Bueno, si no tenemos mucho tiempo entonces...

  Empezó a acercarse, puso sus manos en mi cintura. Yo estaba temblando, había esperado mucho tiempo por este momento. Podía sentir su respiración tan cerca de mí que casi me desvanezco. Nos miramos a los ojos, por fin iba a suceder, cuando de pronto, escuché la puerta del auto de mis padres. Habían llegado antes de lo planeado. Mi cuerpo se apartó rápidamente del de Cameron. ¿Qué les iba a decir a mis papás? Mi cabeza se puso en blanco. Al minuto siguiente estaban los dos entrando a la cocina; Cameron y yo, sentados en la mesa, tratando de parecer normales.

- ¡Cameron!- dijo mi padre, sorprendido.

- ¿Qué haces aquí?- repuso mi madre.

  En ese instante pasó por mi mente una excusa que supuse iba a funcionar.

- Es que estaba sola, y lo llamé para que viniera y me hiciera compañía.

- Pero, ¿cómo vas a pedirle a Cameron que venga, desde Durando, solo porque te sentías sola?- dijo mi madre.

- No importa, ella es mi amiga y yo haría lo que fuera por ella. Enserio, no me molesta- Cameron trató de convencer a mis padres.

- Y, ¿por qué no nos hablaste a nosotros?- mi madre no se conformaba.

- ¡Ya! No importa- remató mi padre.- La próxima vez que te sientas sola, o nos llamas a nosotros, o directamente acompañas a alguno de tus hermanos a sus clases. ¿Entendido?

  Asentí con la cabeza. Luego de eso, me despedí de Cameron y se fue. Mis padres no dijeron nada más. Subí a mi cuarto y me desplomé en mi cama. No dejaba de pensar en que casi nos besamos Cameron y yo. Casi había sucedido el momento que más había esperado. Mis pensamientos fueron interrumpidos por el llamado de mi madre a cenar.
  Una vez en la mesa, mientras devorábamos las empanadas que habían comprado mis padres, mi madre preguntó por el día de cada uno.

- En danza, mi maestra es muy buena. Nos enseña muchas cosas- contó Cara acerca de su clase.

- Los muchachos de football son muy cools- dijo Franco.

- Y tú, Sofi, ¿qué tal tu día?- me preguntó mi padre. No sabía que responder. ``Encontré un pasadizo secreto donde viven monstruos´´.

- Pasé el día leyendo en la biblioteca, para ponerme al día para las clases- ni yo me lo creía.

  La cena terminó y todos nos levantamos. Estaba rumbo a mi cuarto cuando mi madre me paró y me preguntó sobre Cameron:

- Sofia, entre Cameron y tú ¿sucede algo?

- ¿A qué te refieres, mami?

- Que si son novios. Porque si eso es...

- Noo, para nada- la interrumpí.- Somos muy bueno amigos, nada más- no quería contarle nada. Además, todavía no habíamos aclarado mucho.

  Esa noche no pude dormir bien, mi cabeza solo pensaba en Cameron.


  Mis vacaciones habían terminado. Ese lunes comenzaban las clases. Una nueva escuela, nuevos compañeros. Todo iba a cambiar. Estaba asustada, pero traté de disimularlo. Busqué el conjunto más cómodo que tenía para estar segura en el nuevo ambiente, me cambié y bajé las escaleras para desayunar. Allí ya estaban mi mamá, Cara y Franco. El desayuno fue como los de siempre cuando estábamos en Durango: los tres desayunábamos en silencio con los comentarios de mi madre o de mi padre. Esta vez ella nos habló de las nuevas experiencias, de ser abierto, de tratar de integrarnos, etc.... Pero aquello no me dejó más tranquila, seguía sintiendo nervios. Terminamos de desayunar y partimos hacía la escuela. Quedaba a algunas cuantas cuadras de mi casa, no muy lejos, la East High School.