martes, 13 de enero de 2015

Cuento Policial: Asesinato entre Griveo y Cuenca

Asesinato entre Griveo y Cuenca

 El sonido de la bala resonó en la cabeza de la señora Pietra Nallini mientras veía cómo su hija, frente a ella, se desangraba e iba perdiendo el conocimiento lentamente. El balazo causó tanto eco en ella y era tanto el dolor, que se desvaneció y no volvió en sí por dos semanas.

 Estaba en el hospital, cuando pudo volver a la realidad y lo primero que vio fue a un hombre alto, no tan mayor, frente a ella que la miraba fijamente. La señora no tenía idea de quién era y de qué estaba haciendo allí. De pronto una punzada de dolor en el pecho se apoderó de Pietra al recordar a su hija. El hombre, al ver la reacción de dolor en su rostro, se acercó; la señora Nallini lo miró y él pudo detectar confusión en sus ojos. Debido a esto el hombre se presentó.

- Disculpe por mi aparición repentina, en realidad, estuve viniendo a verla desde el primer día que entró al hospital.- Pietra seguía con esa mirada de desconfianza.- Mi nombre es Antonio Calvet, soy el detective que la ayudará a descubrir quién asesinó a su hija.

 No dijo nada, quería pero no podía. Miró a Antonio y se volvió a recostar sobre la camilla. Cerró los ojos y pensó: este hombre será la ruta que me llevará a revelar el misterio sobre el asesinato de mi hija. Antonio se retiró.

 Al otro día, la señora Nallini estaba ya en su hogar, y allí fue donde Calvet la visitó. La casa estaba en Villa Devoto, en la Ciudad de Buenos Aires. Antonio tocó el timbre y Pietra salió a atenderlo. Su aspecto era de recién levantada: pijama, pantuflas, ojeras y todo el pelo revuelto. Lo invitó a pasar. Antonio, con su libreta y su lapicera, se sentó en el sofá de la sala. Frente a él, la señora se desplomó sin ganas y dijo con lágrimas en los ojos:- Eran las tres de la mañana y llamó a casa muy agitada, pidiendo que la fuera a buscar.

- Pero, ¿dónde había ido su hija antes del hecho ocurrido?

 Hubo silencio por parte de Pietra.

- Mire, señora Nallini, sé que es difícil para usted, pero para poder proseguir con el caso necesito de su colaboración.- Antonio hacía su trabajo.

- Mi hija había ido a la casa de Sofía, una amiga, y luego se irían juntas a un boliche por ahí cerca.

 Calvet escuchaba atento y escribía a toda velocidad en su libreta.

- La casa de Sofía, ¿Dónde se encuentra?

- Entre Griveo y Cuenca, en esa misma esquina.- dijo Pietra.

 Cuando la señora Nallini pronunció ese sitio la cara de Antonio se transfiguró. En aquel sitio había ocurrido un hecho que lo vinculaba a él. La señora vio como le cambió la cara y no dudó en preguntarle a qué se debía. Una lágrima recorrió su mejilla y con los ojos a punto de inundarse, afirmó:

- Su hija y Sofía iban a ir al boliche White Spirit, cerca de la Avenida San Martín, ¿No es cierto?

- ¿Cómo sabe usted eso?- preguntó, sorprendida, Pietra.

 Antonio se quedó en silencio. Una nota en el diario, a la señora Nallini se le vino eso a la mente. En el acto recordó haber leído un artículo en el que habían asesinado a dos chicas que se dirigían a un boliche. Pietra comprendió todo.

- ¿Su hija falleció?- se animó a preguntar.

 En ese momento Antonio se desbordó. Pudo recomponerse, respiró profundo y soltó un sí penoso. Le contó a la señora Nallini como había sido la historia del asesinato de su hija. La señora Nallini escuchó muy atentamente la historia del detective. Algunas lágrimas salieron de sus ojos durante el relato. Calvet le propuso a Pietra comenzar con la investigación al día siguiente, a lo cual ella accedió sin vueltas.

 Esa mañana, la señora Nallini se despertó con más ganas que cualquier otro día luego de la muerte de su hija, porque ese día iba a comenzar el proceso para hacer justicia por su muerte. Al rato el timbre sonó. Era Antonio acompañado por un policía. Ambos se dirigieron a la comisaria para interrogar a los testigos, eran los vecinos de la zona donde se había producido el asesinato. Calvet y el policía les hicieron una serie de preguntas a cada uno por separado. La respuesta de casi todos fue similar: no se escuchó nada. Solo una persona admitió haber visto a un hombre sospechoso caminar por la cuadra aquella noche. Contó que la parte de atrás de la campera que llevaba tenía un logo muy particular.

 Cuando terminaron de interrogar a todos, Antonio se dio cuenta de algo sumamente importante que había quedado en el tintero, y se lo dijo a Pietra. Debían ir a ver a esa persona que, hasta donde ellos sabían, había sido la última que tuvo contacto con la hija de la señora Nallini: Sofía.

 De la comisaria se dirigieron de inmediato hasta su casa. Al llegar, la chica abrió la puerta. Al principio dudó en dejarlos pasar, pero al fin lo hizo. Una vez dentro, Calvet empezó con las preguntas nuevamente. Las respuestas resultaron impactantes. Imposibles de creer.

- Esa noche, con su hija, no fuimos a ningún boliche. Todo este tiempo estuve tratando de ocultarme, de no salir a declarar. Pero el peso es cada vez más grande.- hizo una pausa y continuó.- En realidad, su hija, cuando le decía a usted que venía a mi casa, era para ocultarle una verdad atroz que a mí me consume desde el día que me enteré. Su padre, su ex esposo, abusaba de ella. Le pedía que vaya a su casa, y si ella se negaba, la amenazaba con que iba a matarla a usted o a ella.

 Pietra quedó anonadada, y Antonio no se quedó atrás. Hubo un silencio desgarrador. La señora Nallini se desbordó, empezó a llorar y salió de inmediato. Calvet, agradeció a Sofía, y siguió el rastro de Pietra. La encontró en la otra cuadra, sentada en el cordón de la calle. Él la rodeó con sus brazos. En ese instante ella se sobresaltó, acordándose de algo. Una imagen nítida apareció en su mente, era la de un hombre de espalda con una campera con un logo llamativo. La campera que tenía el asesino. Pietra miró a Antonio y supieron quién había matado a su hija. Inmediatamente se dirigieron a la casa del ex esposo de Pietra. Acompañados por varios policías, allanaron la casa. El hombre salió todo sucio, usando una campera negra. Era la campera que lo delató. La señora Nallini no tardó en reconocerla.

- ¿Este es el logo de la campera que has visto?- le preguntó Calvet.

 Pietra, a punto de llorar, respondió "sí". Esposaron al hombre y se dirigieron a la comisaría. Los resultados de ADN confirmaron al asesino del caso. El ex esposo de Pietra, al saber que no le quedaba, ya, escapatoria, se dispuso a hablar. Aquel día, como otros tantos, le había pedido a su hija que fuera para su casa. Pero ese día fue diferente. Ella no soportó que su padre la ultrajara y en un momento determinado, lo golpeó con lo que tuvo a su alcance y escapó. Cuando ya se había alejado lo suficiente llamó a su mamá, pero justo un rato después, su padre apareció por detrás. Simultáneamente Pietra bajó del auto, en ese momento fue cuando vio el logo de la campera; y el hombre cumplió la amenaza. Le disparó por la espalda a su hija y escapó.

 El ex esposo de la señora Nallini, fue condenado a cadena perpetua. Cuando el comisario se lo llevó esposado, Pietra dio un suspiro de alivio y susurró, mirando al cielo:- Hija, hice justicia por tí.


 Fin

 Autora: Paulina


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