ÉL ERA DISTINTO
Él era distinto. Él era rechazado por ser distinto. Él sufría por ser rechazado. Sebastián no conseguía encajar en el rompecabezas de la juventud escolar. Sus compañeros los discriminaban y él pasaba el recreo solo.
La característica que lo hacía distinto era la forma en que veía al mundo. Sus valores y pensamientos no coincidían con los del resto.
Los días en la escuela para Sebastián se hacían eternos, ya que la soledad era su única compañía. Este problema que tenía nunca se lo había planteado a sus padres, en realidad, a su madre, ya que su padre vivía de viaje y nunca lo veía.
Un día, los compañeros de Sebastián se pasaron el límite. Cinco estudiantes, fuera del colegio, lo empezaron a hostigar, de tal manera, que de Sebastián brotó la bronca que había estado guardada por mucho tiempo. La bronca se convirtió en gritos de furia e insultos. En ese momento su madre apareció, como de costumbre, para buscarlo. Ella llegó a ver todo el conflicto. Caminó hacia él y lo tranquilizó al momento en el que sus compañeros desaparecían. Mientras caminaban hasta el auto su madre le preguntó que estaba pasando y, con lágrimas en los ojos, Sebastián se desahogó.
La mamá le habló, le contó sobre sus experiencias en el colegio, que habían sido similares a las vividas por su hijo. Las palabras de la madre llegaron hasta el fondo del corazón de Sebas, el cual no se sintió más solo, porque tenía una compañía, tenía a alguien a su lado. Y esa persona era su madre.
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