domingo, 8 de mayo de 2016

El Don de las Almas: 5º Capítulo

 Capítulo 5

 Me di la vuelta y miré para todos lados buscando al autor de ese mensaje. La mayoría de los chicos estaban concentrados en sus propias charlas o haciendo tarea. Sin embargo, un alumno, sentado en el último banco a la derecha, se veía sospechoso: tenía la mirada posada en mí. Me incomodé y giré rápidamente, justo en el momento en el que el profesor entraba al aula. No pude atender a la clase, ya que mi mente estaba repleta de pensamientos sobre el raro mensaje y el chico que lo había escrito.

 A mitad de la hora, faltando nada menos que 15 minutos para el toque de timbre, la directora entró al aula solicitando hablar con el profesor, el cual se retiró sin vacilar. Se cerró la puerta y empezó el barullo que siempre se desata con la ausencia de una autoridad; en ese instante saqué de debajo de mi carpeta el avioncito y lo volví a examinar. Estaba leyendo el mensaje cuando la presencia de alguien me obstruyó la luz.  Era el emisor de esa frase que me estaba volviendo loca.

-  Seguro te diste cuenta que yo fui el que arrojó el avión de papel, ¿no?- me dijo el chico, que tenía los ojos café y el pelo rubio ceniza.

 Lo miré fijamente, no entendía qué quería decir con aquel mensaje.

-  Disculpa, pero ¿se puede saber quién eres?- le espeté.

-  Me llamo Luke Guere y vengo a esta escuela desde hace bastante tiempo como para saber que ese tal chico de apellido Ontario está confabulando algo, que creo que no tiene ningún beneficio para ti.

-  Ja!- me reí. Era absurdo el escándalo que estaban haciendo todos.- Mira, Luke, no te conozco y no tienes ningún derecho a injuriar a una persona que está siendo amable y cortes con otra.

-  No lo injurio, querida amiga. Estoy diciendo únicamente la verdad.

 ¿Qué se pensaba para hablarme de aquella forma?

-  Pues, ¿sabes? Puedes agarrar esa “verdad” y guardártela en tu bolsillo, porque no me interesa en lo más mínimo. Jony me trató muy bien y no veo nada de sospechoso en él.- estaba muy furiosa y no iba a permitir que un desconocido me dijera con quién no juntarme.

-  Bueno- dijo el muchacho rubio.- Pero cualquier indicio que adviertas, no dudes en buscarme.

 Y sin decir nada más se fue a su asiento y se colocó sus audífonos. Me quedé estupefacta. Quería creer que Jonathan solo había sido buen compañero y me había hablado, siendo mi primer día. Pero ahora empezaba a dudar. Todos los comentarios que había escuchado acerca de él me hacían dudar cada vez más. Pero este último me produjo una sensación que nunca antes había sentido. Acaso este chico, Luke, ¿tendría razón?

 El timbre sonó nuevamente y salí de inmediato a buscar a Jony; quería preguntarle si lo que me habían dicho era cierto, para salir de mi duda. Sin embargo, no lo encontré. Lo busqué por toda la escuela, por cada rincón conocido, es decir, por no muchos lugares; y no logré hallarlo. Me frustré todavía más, porque presentí que las palabras de Luke Guere eran verdaderas.

 Miré mi teléfono y me di cuenta que era hora de entrar a clases, pero luego recordé que el profesor de Historia había faltado por problemas de salud, así que iba a tener mi última hora libre. Decidí irme a casa, estaba cansada y quería, por sobre todas las cosas, hablar con Cameron de todo lo sucedido. En realidad, lo extrañaba mucho y quería oír su dulce vos otra vez. Luego de nuestro primer beso no nos habíamos vuelto a ver, y eso me tenía muy triste, necesitaba que nos viéramos lo antes posible, necesitaba que me abrazara, lo necesitaba íntegramente a él.

 Regresé a mi hogar a pie, quería despejar un poco mi mente. Cuando estaba a una cuadra de llegar, tropecé con una piedra y, cuando tuve el suelo a tres centímetros de mi cara, de repente algo o alguien me elevó y estuve perpendicular al suelo otra vez. ¿Adivinan quién era? Sí, era Jony. Como por arte de magia, desaparece en la escuela y aparece en el momento justo de rescatarme de un severo golpe contra la acera caliente. Me mostró su destellante sonrisa y pasó su brazo por mis hombros. Sentí un escalofrío que recorrió cada parte de mi cuerpo, el cual me indignó en un principio y, además, me hizo sentir incómoda. No entendía qué pretendía él conmigo. No obstante, no lo aparté, sentía su cálido torso junto al mío, y después de un momento, la incomodidad se esfumó y me apretujé junto a él. Me miró fijamente y nuevamente me mostró sus brillantes dientes blancos. Me acompañó hasta mi casa y en ningún momento, después de haberle dado las gracias, soltamos alguna palabra.

 Llegamos a mi residencia y era el momento de la despedida. Giró su cabeza suavemente y empezó a descender hasta mis labios; cerré los ojos aceptando su invitación, pero de pronto se me vino a la cabeza el rostro de Cameron y me aparté lo más rápido posible, dejándolo a Jon en medio de un beso indebido. Le pedí disculpas, le dije adiós y entré, casi escapando, a mi dulce hogar. Cerré la puerta y me apoyé sobre ella, cerrando mis ojos y presionándolos fuertemente con mis manos, tratando de olvidar lo recientemente sucedido. ¿Qué me había pasado? ¿Me estaría enamorando de Jony, o era todo solo una confusión? ¿Qué quería él conmigo?

 Aparté mis manos de mi rostro y abrí delicadamente mis ojos. En ese momento, hice una visión panorámica de la planta baja de mi casa y constaté que no había nadie. Mirando hacia las escaleras, reparé en un detalle que no había percibido. No lo había percibido ni recién ni nunca antes. La pared sucia y solitaria que se encontraba al lado de las escaleras tenía un leve destello color rosa. Me fregué los ojos y comprobé que no estaba ilusionando, aquel resplandor era evidente. Me acerqué lentamente hasta aquel sitio, con mi corazón latiendo a mil por hora, y el color rosa se fue intensificando hasta convertirse en rojo, un rojo furioso que desató en mí un miedo anormal. De pronto empecé a marearme, no sabía dónde estaba parada, empecé a tener nauseas y todo me daba vueltas; el color rojo se apoderó de toda la sala, abarcando cada rincón de mi casa y de pronto todo se volvió negro para luego volverse, una vez más, colorado.


Estaba sentada, con los pies cruzados, como indio, y todo a mi alrededor era rojo. Hacía mucho calor y el ambiente era sofocante. No tenía la menor idea de donde me encontraba y eso me asustaba. Vi a lo lejos la figura de un hombre acercándose; un hombre alto, un poco robusto, de melena larga y barba abundante. Cada vez se acercaba más y cuando estuvo a tan solo centímetros de mí, me rodeó y pasó por mi costado. Todo se volvió oscuro otra vez.

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