Vivimos en un mundo en donde la apariencia lo es todo. Sí, si tu sueño es triunfar y estar en el estrellato, con sólo tener una cara bonita, unos abdominales de acero o una delantera voluptuosa, podrás cumplirlo sin lugar a dudas. Como sociedad dejamos entrar a esta macabra e insensible ideología que deja a todos mal parados. Si quieres ser la chica que se apodere de todas las pantallas, de todos los medios de comunicación, tendrás únicamente que juntar dinero e ir a un cirujano; y sin olvidarnos del toque especial: tener en tu guardarropas un outfit bien sexy. Porque es así: le damos mucha importancia al aspecto físico, gastando miles de dólares en cirugías, tratamientos, y demás cosas que en realidad no lo valen.
Cuando veo a todas esas chicas en la televisión, luciendo su "nueva cola" luego de pasar por el quirófano, o su nuevo y radiante cutis, libre de arrugas que demuestra que su juventud sigue intacta, me pregunto ¿por qué en vez de tratar de mejorar su físico y aparentar otra cosa, mejor no tratan de acrecentar, ya sea, su persona o su coeficiente intelectual? Ver a la actriz Leonor Benedetto me da, la verdad, muchísima impresión. La pobre mujer apenas puede siquiera manifestar una expresión patente de lo que quiere transmitir, ya que el botox y las demás inyecciones que se colocó en el rostro no se lo permiten. Se llegó a tal punto en este tema, que muchas mujeres terminaron en el hospital, y no para realizarse más tratamientos de belleza, sino por su propia salud, que se vio perjudicada por el exceso de algunos componentes nocivos para el organismo. Tal es el caso de Silvina Luna y Pamela Sosa, dos bellas mujeres que se sometieron a la práctica quirúrgica y terminaron internadas por la presencia de metacrilato en sus cuerpos. Por otro lado, hay mujeres tan bellas que se terminaron transformando en verdaderos monstruos, consecuencia de querer mejorar su apariencia; como por ejemplo Luli Salazar. Salazar era una muy bella mujer que, a mi parecer, se deformó, y lo único que me transmite ahora, más que algo agradable, es una sensación de rechazo.
Y así, a lo largo de estos últimos años, el aspecto físico le gana por varios puntos a la personalidad de las personas. Debemos aceptarnos tal como somos y así las demás personas podrán aceptarnos también. Si bien es un camino largo y duro el de la aceptación personal, es fundamental para desarrollarnos en la sociedad. No debemos simular que somos alguien más, porque somos bellos tal como somos. Y con respecto a las cirugías, cada uno tiene el cuerpo que le tocó, y este mismo irá cambiando con los años y debemos sentirnos igual de lindos siempre. Coincido plenamente con la actriz Cameron Díaz, la cual no se preocupa por las huellas que la edad le está dejando sobre su cuerpo: "¿Por qué debería nadie transfigurar su cara en algo completamente antinatural? Se abre así una reacción en cadena. Tras cuatro o cinco intervenciones uno se convierte en un extraño". Y ese extraño es irreconocible al espejo del alma.
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